La inseguridad se ha convertido en el tema que más preocupa a la ciudadanía de Nuevo León. Desde las calles y carreteras hasta espacios que deberían ofrecer tranquilidad como los cajeros automáticos y el transporte público, la mayoría de los habitantes del estado perciben un entorno cada vez más peligroso. Los datos lo confirman: 7 de cada 10 personas se sienten inseguras en su día a día, una realidad que contrasta con los discursos oficiales que hablan de avances en materia de seguridad.
Según los últimos resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2024 del Inegi, la sensación de vulnerabilidad es generalizada y constante. La falta de estrategias eficaces y la debilidad institucional para garantizar la protección de los ciudadanos han convertido a la inseguridad en un problema estructural del que pocos logran escapar.
Samuel García amaneció bien Máynez e insistió que Nuevo León es semaforo verde en seguridad.
— Jesús Rubén Peña (@revistacodigo21) June 1, 2025
Regios lo retaron a que camine sin escolta por barrios y pueblos peligrosos.
También presumió baja récord criminal.
Y dejan que cárteles se lleven cuerpos, como el 5 de mayo en Rayones. pic.twitter.com/kczRr3ubzA
Inseguridad en espacios cotidianos
Uno de los hallazgos más alarmantes del estudio es la percepción de inseguridad en lugares clave de la vida diaria. En Nuevo León, el 65% de la población considera peligrosas las carreteras, ya sea por la presencia de grupos armados, asaltos o incidentes relacionados con la delincuencia organizada. Esta percepción no es aislada: 64% de los encuestados se sienten inseguros al caminar por las calles de la zona metropolitana de Monterrey, un espacio que debería ser de libre tránsito y confianza para sus habitantes.
Los bancos y cajeros automáticos también aparecen entre los puntos de mayor preocupación. Casi la mitad de la población (49%) considera estos espacios como inseguros, lo que ha reavivado el debate sobre el posible regreso de la policía bancaria en la entidad. Además, el transporte público, que representa una necesidad para miles de personas, es otro punto débil: el miedo a ser víctima de algún delito en autobuses o estaciones sigue creciendo.
Incluso los centros comerciales y los parques públicos, donde se supone que hay vigilancia y presencia de familias, no escapan de esta percepción. En los parques, el 46.7% de la población dice sentirse insegura, mientras que 30% teme ser víctima de algún delito incluso en su propio automóvil.
Entornos cercanos con alta percepción de riesgo
La encuesta también detalla que los alrededores del hogar, espacios donde se esperaría mayor tranquilidad, son escenarios de múltiples conductas antisociales que aumentan la percepción de riesgo. Para muchos ciudadanos, el problema comienza en su propia calle.
Uno de los principales factores identificados es el consumo de alcohol en la vía pública, una conducta que 54.6% de los encuestados considera problemática. Le sigue el robo o asalto frecuente, con un 46%, y el consumo de drogas, con 46.1%. También se reporta una alta percepción de inseguridad por la venta de sustancias ilícitas (32.3%), los disparos con armas de fuego (35%) y la presencia de pandillas o bandas violentas (30.7%).
Este tipo de situaciones refuerzan la idea de que la inseguridad ya no es un fenómeno aislado, sino una realidad integrada en la vida diaria, incluso en espacios que solían ser considerados seguros. Las autoridades, tanto estatales como municipales, han sido señaladas por no brindar soluciones efectivas, y en su lugar, se concentran en discursos que no corresponden con la experiencia cotidiana de la gente.
El hogar, único refugio
Dentro de este panorama crítico, el hogar aparece como el único lugar donde los nuevoleoneses sienten cierto grado de seguridad. Apenas el 15.2% de las personas de 18 años o más dijeron sentirse inseguras dentro de su casa, lo que lo convierte en el entorno más confiable, aunque no necesariamente libre de amenazas.
No obstante, la sensación de seguridad no se extiende a los alrededores, donde, como se mencionó anteriormente, el consumo de alcohol y drogas, la venta ilegal de sustancias y otros delitos menores han transformado muchas colonias en lugares poco amigables. Esto refuerza la necesidad urgente de intervenciones comunitarias y programas de prevención social del delito, que ataquen las causas profundas y no solo las consecuencias de la inseguridad.
Además, la encuesta señala que el vehículo particular tampoco garantiza protección: 3 de cada 10 personas dijeron sentirse inseguras incluso dentro de su auto, lo cual refleja que ni siquiera el resguardo de un coche ofrece tranquilidad total en el contexto actual.
Falta una estrategia efectiva
La alta percepción de inseguridad en calles, centros recreativos, transporte público, carreteras y zonas comerciales refleja una falla estructural en las políticas de seguridad pública. Mientras que el gobierno estatal asegura que los índices delictivos han disminuido, la ciudadanía no percibe esos cambios en su vida cotidiana. Esta desconexión entre el discurso oficial y la experiencia real ha generado desconfianza y frustración en la población.
Los datos del Inegi no solo muestran una alta percepción de inseguridad, sino también una falta de confianza en las instituciones encargadas de brindar seguridad. En lugar de sentirse respaldados por las autoridades, muchos ciudadanos optan por modificar sus hábitos, evitar ciertas zonas y vivir con miedo como mecanismo de defensa.
Para que Nuevo León recupere la tranquilidad, se requiere más que discursos y cifras maquilladas. Es urgente una estrategia integral que priorice la prevención, la proximidad policial, el fortalecimiento de las instituciones y la recuperación de los espacios públicos. Mientras eso no suceda, la inseguridad seguirá marcando el día a día de quienes habitan en el estado.