- La advertencia de Reynosa sobre Cadereyta
- La respuesta insuficiente del gobierno estatal
- Riesgos persistentes en la carretera Monterrey-Reynosa
- Las víctimas: seis familias que iban a Cadereyta
- Consejos de seguridad ante el vacío de autoridad
- Nuevo León: un estado bajo presión criminal
- Un panorama que exige un giro urgente en Cadereyta
La inseguridad vuelve a ser tema central en Nuevo León. Esta vez, las alarmas se encendieron tras la alerta emitida por autoridades de Reynosa, quienes reportaron la desaparición de al menos seis personas que transitaban por el tramo Cadereyta – Los Ramones en la carretera Monterrey-Reynosa. El caso exhibe una vez más la fragilidad de la seguridad pública en la entidad, mientras el gobierno estatal continúa concentrado en su discurso optimista, muy alejado de la realidad que viven los ciudadanos.
La advertencia de Reynosa sobre Cadereyta
Fue el propio Geovanni Barrios Moreno, secretario de Seguridad Pública en Reynosa, quien hizo pública la advertencia. Según informó, durante el pasado fin de semana se reportó la desaparición de seis residentes de Reynosa que viajaban por el tramo carretero Cadereyta – Los Ramones, en territorio de Nuevo León.
Barrios explicó que, tras recibir reportes de los familiares, las autoridades de Tamaulipas han estado dando seguimiento al caso y alertaron a la ciudadanía sobre el peligro de circular por esa carretera, que conecta dos estados y es uno de los principales corredores comerciales y de transporte de la región. La advertencia no es menor: el riesgo de circular por esta vía es real y creciente.
Un grupo criminal estaría detrás
De acuerdo con los datos preliminares, las desapariciones estarían vinculadas a un grupo criminal que opera en la zona, utilizando el secuestro como mecanismo de presión contra el gobierno de Nuevo León. Así lo sugirió Barrios Moreno al declarar que, por el modus operandi de los hechos, se presume que los responsables buscan forzar acuerdos o beneficios a través de estas acciones delictivas.
Este señalamiento no solo expone la peligrosidad de la carretera, sino que deja en evidencia el nivel de vulnerabilidad de las instituciones estatales frente a las organizaciones delictivas. La pregunta inevitable es: ¿quién tiene el control real del territorio?
La respuesta insuficiente del gobierno estatal
Mientras tanto, el gobernador Samuel García mantiene su narrativa triunfalista sobre el estado de la seguridad en Nuevo León. En reiteradas ocasiones ha presumido que su administración ha logrado avances en materia de seguridad, a través de operativos y nuevas estrategias de vigilancia. Sin embargo, los hechos recientes contradicen este discurso.
Las desapariciones en el tramo Cadereyta – Los Ramones son solo el último episodio de una larga lista de incidentes violentos en el estado. Los habitantes y quienes transitan por la carretera exigen acciones contundentes, pero lo que reciben son evasivas, discursos de autoelogio y fotografías promocionales que no resuelven la creciente sensación de miedo e impotencia.
Desaparecidos en Cadereyta, sobre carretera libre Reynosa-Monterrey
— Primera Vuelta Noticias (@PrimeravueltaT) June 18, 2025
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Riesgos persistentes en la carretera Monterrey-Reynosa
La carretera Monterrey-Reynosa es una de las rutas más transitadas del noreste del país. Miles de vehículos, tanto de carga como particulares, circulan diariamente por este corredor estratégico. Sin embargo, esta vialidad se ha convertido en una zona de alto riesgo, especialmente en el tramo entre Cadereyta y Los Ramones.
La Guardia Nacional mantiene presencia tanto en la carretera libre como en la autopista de cuota, pero incluso las autoridades federales reconocen que los riesgos persisten. Según explicó Barrios Moreno, la vigilancia no ha sido suficiente para frenar los plagios, extorsiones y actos de violencia que se cometen en este tramo.
Las víctimas: seis familias que iban a Cadereyta
Mientras el gobierno estatal minimiza la crisis, seis familias viven un drama de angustia e incertidumbre. Los desaparecidos no han sido localizados, y aunque la Fiscalía General de Justicia de Nuevo León lleva a cabo las investigaciones, hasta ahora no hay resultados visibles.
Los familiares han optado por buscar el respaldo de las autoridades de Reynosa, quienes han dado mayor visibilidad al caso. Incluso, se han registrado protestas y bloqueos en las carreteras por parte de enfermeros del Hospital IMSS 270, exigiendo la localización de un pariente desaparecido. El reclamo es claro: exigen justicia y respuestas concretas.
El silencio oficial y el enojo ciudadano
El caso ha provocado una creciente ola de críticas en redes sociales y medios de comunicación locales. Cada vez más ciudadanos cuestionan la eficacia del gobierno de Samuel García en temas de seguridad pública. Los comentarios son recurrentes: mientras el mandatario promueve su imagen en eventos y redes sociales, las carreteras de Nuevo León se convierten en rutas de terror.
Este episodio, además, alimenta la percepción de que el gobierno estatal está rebasado por la delincuencia organizada. Las constantes desapariciones, secuestros, ejecuciones y enfrentamientos armados reflejan un panorama mucho más sombrío que el discurso oficialista.
Consejos de seguridad ante el vacío de autoridad
Ante la falta de garantías por parte del gobierno, las propias autoridades de Reynosa han emitido recomendaciones específicas para quienes viajan por la carretera Cadereyta – Los Ramones:
- No detenerse en lugares solitarios.
- Evitar paradas innecesarias, incluso para cargar gasolina o acudir al baño.
- Si es imprescindible detenerse, hacerlo solo en zonas concurridas.
- En caso de duda, continuar directamente hasta Reynosa o el puente internacional más cercano.
Estas medidas preventivas evidencian el nivel de riesgo actual, que obliga a los ciudadanos a extremar precauciones por su cuenta, ante la ausencia de una verdadera estrategia de seguridad en el estado.
Nuevo León: un estado bajo presión criminal
El problema de fondo es mucho más complejo que un caso aislado. El control territorial de los grupos criminales en zonas estratégicas de Nuevo León se ha ido afianzando ante la incapacidad —o falta de voluntad— del gobierno estatal para enfrentar el problema de raíz.
Desde hace meses, diversas organizaciones delictivas han intensificado su presencia en rutas de tránsito clave, no solo para fines de narcotráfico, sino también para extorsión, plagio y secuestro de ciudadanos. Esta diversificación de actividades criminales afecta directamente a la población civil, que queda atrapada en medio de un conflicto sin soluciones claras.
Los límites del discurso oficial
En este contexto, el discurso de Samuel García sobre los supuestos avances en materia de seguridad pública resulta cada vez más insostenible. Los hechos lo desmienten. Las cifras de delitos de alto impacto, las denuncias de desapariciones y la sensación generalizada de miedo son un reflejo de una realidad muy distinta a la que el gobernador intenta proyectar.
El caso de los seis desaparecidos en Cadereyta – Los Ramones podría convertirse en un nuevo símbolo de la crisis de seguridad que atraviesa el estado. Un símbolo de lo que sucede cuando el aparato estatal se enfoca más en el marketing político que en la protección de sus ciudadanos.
La exigencia social: resultados, no discursos
La sociedad de Nuevo León está cada vez más cansada de las promesas vacías. Los habitantes exigen acciones concretas, resultados verificables y sobre todo, un verdadero compromiso con la seguridad pública. Mientras tanto, los grupos criminales siguen operando con total impunidad en zonas como la carretera Cadereyta – Los Ramones, desafiando abiertamente a las instituciones.
Hoy son seis las familias que esperan respuestas. Seis los desaparecidos que exponen el fracaso de las políticas de seguridad actuales. Y miles los ciudadanos que, día tras día, se enfrentan al miedo de viajar por las carreteras de su propio estado.
Un panorama que exige un giro urgente en Cadereyta
Si el gobierno de Samuel García desea recuperar la confianza ciudadana, necesita hacer mucho más que fotos y conferencias. Se requiere una estrategia de seguridad integral, coordinada y con objetivos reales, que no solo busque contener la violencia, sino desarticular los grupos criminales que están ganando terreno en zonas estratégicas de Nuevo León.
Mientras eso no suceda, la inseguridad seguirá siendo el verdadero rostro del estado. Un rostro que ni el mejor discurso puede maquillar.